Parte 3: Normalizando el Trauma y Deshumanizando a los Niños

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Nuestro Proyecto de Reunificación Familiar y el documental fotográfico “Cada Niño Tiene Una Historia” va en camino al estado de Chihuahua este fin de semana. El objetivo principal es ayudar a las familias que no pueden costear el visitar a sus hijos en prisión al brindarles el transporte entre sus hogares y los centros de detención. Estamos documentando las historias y tomando fotografías de todo el proyecto para después presentarlo en nuestra Celebración Anual en Minnesota, Estados Unidos, en el mes de octubre.

 

Tan solo al comenzar a organizar este proyecto es que nos hemos dado cuenta de lo importante que es que las familias visiten a los niños en detención.  Resulta también muy emotivo que los padres y familiares se muestren incrédulos cuando les decimos que pasaremos a recogerlos para que puedan visitar a sus hijos en prisión..  Y por otra parte también ha sido clara la manera inhumana en que estos muchachos han sido tratados.  Parece obvio entonces cuando se plantea de manera tan básica: los niños necesitan contacto con sus padres.

 

Sin embargo, dentro del sistema esto no parece algo tan obvio.  Los padres a menudo son vistos como parte del problema. Y se considera que si los padres no visitan a sus hijos es porque no tienen interés en hacerlo. “Esto no es una guardería” me dice el director de la prisión. Al haber pasado una cantidad considerable de tiempo aquí, concuerdo, esto no es una guardería. Pero tampoco creo que otras personas lo consideren así. El punto es que los padres e hijos están siendo sistemáticamente separados. Los días de visita ocurren sólo una vez cada dos semanas y a eso habría que agregarle que si los padres llegan a ser atrapados “contrabandeando” cosas durante el día de visita, se suspende un día de visita al menor, aunque este contrabando haya sido accidental (olvidaron vaciar sus bolsillos, introdujeron efectivo o algo tan inocente como una pluma). Si un joven se porta mal, un castigo común es retirarle el derecho a recibir visita. Si eso llegase a combinarse junto con una suspensión por “contrabando”, entonces el muchacho no recibiría visita durante un mes entero. Una madre estaba lista para acompañarnos durante el día de visita mañana, pero entonces el centro de detención nos dijo que su hijo se había portado mal y que su castigo sería no poder recibir visitas. Fue una llamada telefónica en extremo triste para decirle a esa madre que ella no podría visitar a su hijo.

 

Cuando los adolescentes en detención son separados de sus padres durante semanas o meses, ellos sufren terriblemente. El día de visita es una de las pocas cosas que estos niños esperan con ansias toda la semana. La depresión se acrescenta y sus comportamientos empeoran. Un estudio realizado en Estados Unidos encontró que los niños en detención que no tienen acceso a visitas de parte de sus familiares, tienen el doble de incidentes de mal comportamiento. Así que, de manera contraproducente, el castigar a los muchachos quitándoles días de visita, repercute de manera peor en su comportamiento.

 

Durante la siguiente semana realizaré una recopilación de historias y realizaré la selección de fotografías para la exhibición. Nuestro equipo está muy ansioso de poder aprender más acerca de estos niños y de sus familias. Sus historias podrán ser desgarradoras, pero merecen ser contadas. Muchas gracias por ser parte este importante proyecto.