Por Olivia Meneses Coordinadora del Proyecto de Voluntariado

Es la segunda vez que operamos este Proyecto de Reunificación Familiar en Chihuahua, ahora todo fue coordinado a distancia desde la Ciudad de México, sin embargo, fue posible percibir y conocer un poco de las historias de estas familias y los adolescentes; en esta ocasión fueron cuatro las mamás que apoyamos y trasladamos para acudir a la visita de sus hijos al Centro Especializado de Reinserción Social para Adolescentes Infractores. Tres de estas madres se trasladaron del mismo pueblo que queda 3 horas y media aproximadamente de distancia en autobús, ellas llevaban alrededor de 3 meses de no visitar a sus hijos. La otra mamá se trasladó de un rancho cerca de una ciudad al otro lado del estado, 8 horas aproximadamente de distancia del Centro Especializado de Reinserción Social para Adolescentes Infractores, esta mamá tenía 2 años sin ver a su hijo.

Suena tan sencillo decir que se trasladaron a las cuatro mamás y que pudieron visitar a sus hijos, pero no en todos los casos el traslado fue tan fácil, en esta ocasión me enfrente con nuevas circunstancias o factores diferentes a la experiencia anterior, la señora que proviene del racho tenía mucho tiempo de no haber visitado a su hijo, tiempo en que la mamá no había contado ni con los recursos, ni la oportunidad de poder ser trasladada. A pesar de estar muy emocionada con la posibilidad de ver a su hijo, por la distancia y los horarios fijos de las visita en el Centro de Reinserción Social para Adolescentes, ella tenía que viajar por la noche para que pudiera llegar a tiempo, así que compramos su boleto para salir a las 12am de la terminal de autobús, pero ya que estaba en la terminal, comenzó a pensar en que viajaría sola, de noche y a un lugar que no le es familiar, todos estos pensamientos le generaron estrés o angustia suficiente para creer que era mejor no viajar. Su temor era tal que la paralizó y aunque a muchos nos pareciera increíble, estuvo a punto de decidir regresar a su rancho y abandonar esta oportunidad, a pesar de haber llegado con horas de anticipación a la terminal y estar a unos minutos de la hora de partida.

Así que ella me llamó para decírmelo. Finalmente ella fue animada y convencida tanto por su esposo que le acompañaba, como por las palabras que yo emitía por teléfono para calmarla, pero lo que la convenció definitivamente fue su amor de madre que le decía que su hijo la esperaba, así que por fin decidió realizar el viaje.

Afortunadamente después de haberse encontrado con su adolescente pude recibir su llamada para avisarme que todo había salido bien, que pudo convivir ese tiempo con él y que agradecía mucho el poder haber contado con esta oportunidad, aunque después tuvo que esperar un par de horas en la terminal para regresar en autobús a su casa, pero ya se escuchaba diferente, más tranquila y feliz, ya que toda la espera y lo demás había valido la pena. Aunque me perdí la escena del encuentro con su hijo, el poder escucharla tan agradecida reanimó por completo mi entusiasmo para seguir trabajando a favor de este Proyecto.

Después del encuentro, al preguntarles sobre la experiencia, todas las mamás manifestaron su completo agradecimiento, lo cual nos queda claro porque el costo del pasaje no es tan accesible para que puedan pagarlo dedicándose a la pizca como en el caso de una de ellas.

Por el momento es muy satisfactorio percibir que todo esfuerzo tiene su recompensa y los esfuerzos de este proyecto se recompensan al momento con los agradecimientos de estas familias y haciendo posible el encuentro y convivencia con los adolescentes, pero además al incrementarse la frecuencia de su visita sabemos que estamos contribuyendo no sólo en su reinserción familiar, sino en su óptima reintegración a la sociedad.

Esta experiencia fue posible realizarla una vez más, gracias al equipo de Justicia Juvenil Internacional y al grupo de voluntarios que creen en este Proyecto para regalar una oportunidad de cambio a estos adolescentes que si no fuesen visitados se quedarían una visita más en su celda con la resignación de que pronto vendrá su salida y hasta entonces se reencontrarían con sus familias.